He sido un trabajólico, como algunos de ustedes. Desde que egresé de la universidad, hace casi 14 años, he tenido dos, tres y hasta cuatro trabajos simultáneos, que han resultado en un par de triunfos, y varios fracasos. Pero más duro aún, es llevar 8 años de casado, intentando no fracasar. No fue hasta hace un par de años, que sentí me estaba alejando de mi familia, y decidí retirarme de mi último empleo, en búsqueda de llevar un estilo de vida diferente, algo más equilibrado; emprender de una manera más enfocada, y poder compartir más tiempo con mi familia. El llamado “tiempo de calidad familiar”, se estaba convirtiendo en un autoengaño.

En el sentido más simple, podemos decir que trabajamos para cumplir nuestros sueños. Ya sea un soltero que desea conquistar una novia, un recién casado que sueña con viajar por el mundo con su pareja,  o un matrimonio con hijos, que desea que sus hijos estudien en las mejores escuelas para que obtengan mejores oportunidades laborales. Estos sueños, difícilmente tendrían sentido, sin que busquemos generar un impacto, recompensa o reconocimiento que involucre a otras personas.

En ocasiones, nuestros sueños y metas laborales, llegan a ocasionar conflictos dentro de la familia. Los problemas pueden ser diferentes para cada familia, sin embargo, generalmente es el mismo origen: «nos volvemos esclavos o adictos al trabajo». Nos sacrificamos, bajo el pensamiento de querer hacer carrera para dar lo mejor a nuestras familias, pero cuando menos acordamos, la falta de tiempo y dedicación, hace que miembros de la familia resientan estos esfuerzos, y esa falta de aprecio a nuestros trabajos puede destruir relaciones. Paradójico, ¿No?

Lo cierto es, que conforme vamos obteniendo mayores responsabilidades y compromisos familiares, nuestras metas individuales van quedando en un segundo plano, y podemos entrar en una especie de desmotivación, por lo que resulta importante reflexionar y hacer cambios importantes para seguir nuestras metas, sin afectar el núcleo familiar. Fuera del contexto espiritual, que para nosotros, aprender y tratar de crecer esta virtud ha sido lo más importante; hemos aprendido 9 lecciones de vida, producto de 3 historias, que nos han ayudado a mejorar el equilibrio entre el trabajo y la familia:

Historia 1: Un año de luna de miel, no es como parece. Adiós a las metas caprichosas

A mis 25 años, leí el famoso libro “Padre Rico, Padre Pobre” de Robert Kiyosaki,  uno de los primeros en inspirarme a emprender. Y me dije: –“Tengo que tratar de salir de la carrera de ratas, para retirarme lo más joven posible”. Poco después, me puse de meta retirarme  al llegar a mis 30 años para vivir junto al mar, en una Isla paradisíaca. No sé el por qué se me ocurrió irme a esa edad a una isla, pero me entró ese capricho de querer hacerlo.

Me casé a un mes para cumplir mis 30, así que de “regalo de bodas”, le propuse a mi esposa irnos a vivir a la isla de Útila, en el caribe hondureño, y poner un restaurante, considerando que ella es amante de la cocina. La verdad, me pareció que no fue difícil convencerla usando lo de poner el restaurante. Estábamos en esa etapa donde todo lo que el uno al otro le proponía decíamos que sí. Además, irse a vivir a una Isla, no es una idea que generalmente desagrade. Sin embargo, había un problema. La meta era mía, y nunca le pregunté si esto le afectaría profesionalmente. Y así, ella renunció a su trabajo, para irnos a iniciar el negocio.

Lo que parecía una luna de miel extendida, en menos de un año se convirtió en un fracaso. No estábamos preparados para tener un restaurante. La logística en la isla era sumamente complicada, la poca experiencia, y las diferencias culturales, poco a poco nos fueron afectando. También se sumaron factores externos. Hubo una recesión producto del golpe de estado del 2009, que disminuyó considerablemente el número de turistas. Así que, nos llevamos nuestro primer golpe, entramos en quiebra sin haber cumplido el año de matrimonio.

Afortunadamente,  esta experiencia no acabó con nuestra relación, sin embargo, fue una llamada a la reflexión para madurar, y darme cuenta de que ahora mis metas y fracasos, afectaban los anhelos de otra persona.

¿Qué hemos aprendido?

1. A conciliar nuestras metas

Ahora, buscamos asegurarnos de que cuando queremos emprender un nuevo reto, ambos estemos realmente de acuerdo, y analicemos todos los beneficios y consecuencias que podría traer a la familia. Un par de meses después, nos recomendaron leer un libro en pareja, llamado Los Cinco Lenguajes del Amor por Gary Chapman, el cual nos ayudó a buscar esa empatía entre nosotros, para comprendernos y comunicarnos mejor. Es un libro corto y altamente recomendado.

2. Aprender a negociar y ceder

Por muchos gustos en común que tengamos dentro de la familia, todos somos diferentes,  cada quien con sus propios sueños y aspiraciones. Por lo que en ocasiones, tenemos que dejar de lado algunos de nuestras planes profesionales y salir del individualismo, para unirnos a los sueños de nuestra pareja o hijos. Se trata meramente del principio de empatía, que nos llama a ponernos en los zapatos del otro. A veces suena difícil, y lo es. Puede que nadie quiera dar el primer paso, o no estemos dispuestos a tolerar las metas de los otros. Sin embargo, hemos aprendido a respetar la libertad el uno al otro, para permitirnos el desarrollo profesional. También, a estar alertas a cooperar y aportar con lo mejor de cada uno para apoyar a sobrellevar el reto del otro.

3. Aprender de grandes líderes que inspiran acción

Simon Sinek y Brené Brown, son dos autores famosos con algunas de las mejores charlas TED Talks que he visto, personajes de quienes hemos podido aprender mucho y que tuvimos el agrado de conocerles en persona. Brown, nos habla de la vulnerabilidad, esa capacidad de buscar empatía, luchar sin importar nuestras imperfecciones, y a amar incondicionalmente. Por otro lado Sinek, en su más reciente video dirigido a los Millennials y que se ha vuelto viral, nos ha dado importante lecciones de «humanizar» más nuestras relaciones en búsqueda de ese equilibrio con el mundo digital, que tanto consume. Con mi esposa, nos tomamos tiempo en pareja para escuchar y aprender de personajes como estos, que tienen mensajes que nos motivan a tomar acción.

Historia 2: 100 destinos que no nos estaban llevando a ninguna parte. Evaluar las recompensas

Recompensarse por los logros de algún miembro de la familia, resulta natural. Sin embargo, hay que reflexionar si esas recompensas son aptas para todos y prudentes.

Generalmente, cuando pensamos en recompensa, con mi esposa pensamos en vacacionar. A ambos nos encanta viajar. A mí me encanta la playa, a mi esposa el frío y las montañas. Por lo que nos ha tocado negociar cada destino. Lo cierto es que viajar puede ser caro. Y podríamos tener que trabajar más para cubrir deudas, que a la larga, tampoco es beneficioso. Somos una familia trabajadora, sin dinero para derrochar en viajes, pero que buscamos desconectarnos de vez en cuando para compartir nuevas experiencias, y nos gusta la comodidad cuando lo hacemos.

En una de esas, inspirado por tipos como Anthony Bourdain, se me ocurrió la “brillante” idea de viajar por el mundo, y conocer 100 destinos. En ese momento, me habían salido varios clientes interesantes internacionales, algunas consultorías en el exterior, y podíamos aprovechar a visitar clientes mientras conocíamos nuevos lugares. Le propuse a mi esposa esta idea, considerando que lo único que necesitaba era Internet y una Laptop. Mi carrera se prestaba para ello. Había estudiado Marketing Digital, profesión que me daba la facilidad de trabajar desde cualquier lugar. Y así, empezamos a viajar por el mundo. Aunque no me arrepiento de esta aventura, tengo que reconocer que esta ilusión luego trajo mucho estrés al matrimonio.

Dinero que entraba, dinero que salía. Vivíamos literalmente para viajar,. Los trabajos comenzaron a terminarse, y poco a poco íbamos endeudándonos. Pues ya nos estabamos acomodando a este estilo de vida, y pensaba que todo lo que queríamos lograr conocer, tendríamos que ahora. La cobija topó, y tuvimos que regresar a Honduras. Afortunadamente llegamos al tiempo justo del auge del Marketing Digital, lo que me dedicaba a hacer en el extranjero, y eso permitió conseguir varios clientes locales, y poco a poco nos fuimos nivelando.

¿Qué hemos aprendido?

4. Planificar con anticipación

Esto ha hecho que ahorremos, literalmente, miles de dólares en viajes. Generalmente, muchos de nuestros viajes fueron producto de dedicar un par de horas al mes a planificar cada actividad. Siempre hay ofertas, lo importante es estar atentos. Nos suscribimos a sitios como Expedia, o Cruise Direct, y pudimos conseguir súper ofertas. Desde viajar a Aruba en crucero por $1200 por pareja en habitación con balcón, a conseguir pasajes a desde Washington a Venecia por menos de $400, nos convertimos en expertos cazadores de ofertas de viajes, sobre todo reservando entre 6 y 9 meses de anticipado. Cabe destacar que, reservar muy anticipado puede sonar algo riesgoso, sin embargo, muchas reservaciones hoy en día permiten cancelación sin penalidad, por lo que minimizamos el riesgo.

Generalmente, se asocia temporada baja con mal clima, sin embargo, en la mayoría de nuestros viajes en estas temporadas, nos hemos encontrado con que la mayoría de los días han sido buenos para conocer y hacer actividades

5. Fechas y destinos flexibles  para aprovechar ofertas de último minuto

En el otro extremo, también podemos aprovechar ofertas por decidir viajar a última hora. Claro, siempre y cuando no se trate de alguna emergencia. Recuerdo la Semana Santa luego de la quiebra del restaurante. Teníamos algo de ahorros de lo vendido del restaurante. Iba a ser nuestra primera Semana Santa de casados, sin embargo, no quería pasarla en casa. Los últimos meses en la isla fueron muy pesados, tratando de rescatar el negocio, y la crisis política había puesto el ambiente muy hostil. Así que, urgían vacaciones. Probando suerte la semana antes de Semana Santa, jugando con las fechas y destinos, encontré en Expedia, una oferta de último minuto. El hotel Marriott Los Sueños de Costa Rica. Estaba de domingo a martes de inicio de Semana Santa, a tan solo ¡$99 la noche!, y pasajes en $250 c/u con impuestos. De miércoles en adelante, la tarifa subía a $350 y los pasajes agotados. Aprovechamos la oferta, no estaba tan lleno, nos atendieron excelente, y así que por menos de $900, tuvimos nuestra vacación de lujo. Regresar el miércoles, nos ayudó también a concentrarnos y organizarnos con algunos pendientes de trabajos.

6. Buscar la paz financiera

Muchas veces tenemos que trabajar más de lo deseado, producto de nuestras malas decisiones financieras. Y sí, aprendimos mucho  a ahorrar dinero viajando, sin embargo, comenzábamos a acumular deudas.

Nos ha gustado más invertir más en experiencias, y menos en comprar cosas. Es difícil vivir sin deudas, y aunque las tenemos, hemos tomado algunas decisiones que también nos han ayudado a equilibrar, como: compartir el auto, vivir en un apartamento en lugar de una casa, buscar fuentes de ingreso adicionales como dar clases, entre otros, y que nos han permitido disfrutar de viajar.

Tener varias tarjetas de crédito, tomar extra financiamientos, o tener varios préstamos activos, significa trabajar el doble, ¡así de simple!. Son tentaciones que hemos ido dejando de lado. Ahora, procuramos ahorrar para viajar, sin endeudarnos. La manera correcta. Un buen recurso en línea, que hemos comenzado a estudiar es el de Dave Ramsey,  que nos enseña varios tips para mejorar las finanzas, como por ejemplo: ir saliendo de las deudas más pequeñas primero, y así, irse concentrando en las más grandes

Historia 3: De Las Vegas a Disney. Le meta de uno, la convertimos en meta de todos

Algunas veces, la meta de uno, entra en conflicto con las metas de otros en la relación. En realidad, hace poco vivimos una experiencia de estas.

En septiembre del 2009, nos casamos por lo civil en Las Vegas, en el Big Shot, el juego mecánico más alto de esa ciudad. Otra idea descabellada, de las tantas que me han hecho entender que mi esposa tiene una gran virtud, se llama compasión hacia mi persona. Al final, tuve que llevarla algo engañada para que aceptara esta boda loca.

Hace poco, mi esposa fue invitada a recibir unos cursos a la ciudad de San Diego, de un programa de Liderazgo patrocinado por el PMI, organización la cual ella preside. La fecha, coincidía cerca de celebración de nuestros 7 años de casados. Así que le pregunté: – «¿qué pensaría si vamos a renovar votos a Las Vegas, y revivimos los bonitos recuerdos?». Entramos en la famosa negociación de metas, y pude convencerla. Las Vegas no es un destino familiar caro, a menos no para los que no van con planes del casino o living la vida loca. Sin embargo, se me escapaba negociar esto con alguien más. Mi hijo Adrián. Él apenas estaba por cumplir 3 años, pero, no lo podía excluir.

Adrián había estado obsesionado el último año con la película de Cars, y su Rayo Mcqueen. Le decíamos que si era aplicado y disciplinado, lograría la meta algún día de conocerlo en persona. ¡Y casi se nos escapa!, Anaheim, donde esta Disney Adventure Park de California, cuenta con el parque tematizado de la película de Cars, destino que está mucho más cerca de San Diego, que de Las Vegas. Entonces, lo analizamos en familia, y nos tocó ceder en esta ocasión para complacer al pequeño.

¿Qué hemos aprendido?

7. Darle un giro a nuestros retos

¿Llegaron los hijos? adiós a las metas, se acabaron los momentos de descanso. Es triste, pero así se tiende a pensar. Los hijos pueden ser la mejor bendición del matrimonio, pero vienen a cambiar todos nuestros planes.

Dicen que vacacionar con niños no es descansar, es solo viajar. Cuando nació Adrián, pensamos que todo cambiaría con nuestros sueños de viajar. Sin embargo, se nos ocurrió  un nuevo reto familiar. Regresar a los lugares que habíamos visitado, y que nos habían encantado de recién casados, tratando de replicar cada experiencia. No ha sido fácil, pero ha sido una manera entretenida de retomar los viajes, buscando ese flashback, con nuestro nuevo integrante. Por otro lado, el conocer el destino, hace que nos sintamos más seguros y no afanarnos en andar conociendo, más bien en disfrutar y recordar.

8. Enseñarle a nuestro hijo a soñar

Parte de la crianza de nuestro hijo, es ponerle metas. No buscamos presionarlo a tan corta edad, pero sí darle un sentido de responsabilidad, y enseñarle que si él es obediente y disciplinado, puede alcanzar sus metas. Ponemos reglas y tiempos, tal cual lo haríamos con un colaborador en una empresa. La falta de organización en el matrimonio es un problema serio. Así que trabajamos mucho en ello. También le enseñamos a saber elegir, bajo el supuesto, que cualquier opción podría ser beneficiosa para Él: Esto le ayuda a ir desarrollando sus propios criterios, y a no ser tan impulsivo. En esta situación, le toco entre organizarle una piñata, o llevarlo a conocer al Rayo Mcqueen.

9. Aprender a levantarnos

Por último, dicen que –“Querer, es volver a levantarse después de cada tropiezo”, y eso es algo en lo que hemos ido madurando. No todo es “color de Facebook”, o bonito como parece. Como cualquier matrimonio, hemos vivido momentos tensos, de inseguridad y tristeza. Sin embargo, son estos momentos los que nos han hecho más tolerantes, más pacientes, y ayudar a encontrar fortaleza y unidad familiar.